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martes, 6 de diciembre de 2011

Un poco de filosofia sobre el futbol

A lo largo de mis años como estudiante de una facultad de letras tuve la desgracia de asistir y de contemplar largas discusiones,  acalorados debates y profundos simposios sobre asuntos que sinceramente a día de hoy me parecen absurdos, aburridos y algunos incluso sin el mas mínimo sentido, recuerdo  especialmente uno sobre la relación de la teoría de las placas tectónicas y el estructuralismo francés, así que imagínense. En fin, sin embargo recuerdo lamentar no haber asistido a clase cierto día en el cual se discutió acerca de si se podía considerar al fútbol arte. A decir verdad, la cuestión que se trató aquel día en clase, fue sobre la naturaleza del arte, y el fútbol apareció cuando un compañero, argumentó que cierta pintura, especialmente algunas tendencias de la segunda mitad del siglo xx, no podía considerarse arte, ya que según sus palabras podía hacerlo cualquier niño de 5 años, mientras que por ejemplo  , y  seguramente dijo lo primero que se le paso por la cabeza,  los pases de David Beckham, que  por aquel entonces  acaba de fichar por el Madrid y era el jugador de moda, no. Por lo que me comentaron, el profesor que daba la clase poco mas que se burlo de mi compañero, argumentando no sin razón que en el arte, cuenta mas la intencionalidad y el carácter gratuito de la obra en si,  ese famoso el arte por el arte, que la propia obra en si. Es evidente que aquel profesor no era futbolero y por el desdén y la ironía con la que al parecer dio su replica era uno de esos culturetas que consideran al fútbol poco mas que veintidós hombres en calzoncillos detrás de un balón.  Siendo sinceros, aquí todos sabemos que el fútbol no es un arte, aunque habría que recordarle muchas cosas que como persona que no le gusta el fútbol desconoce. En primer lugar, casi  todos los deportes, y el fútbol no es una excepción,   poseen una plasticidad,  al igual que las esculturas de atletas griegas, que les da una  belleza singular. Valgan como ejemplos, los ejercicios de los gimnastas, los saltos en trampolín o las coreografías de la natación sincronizada. Del mismo modo en el fútbol podemos apreciarla tanto en la estirada de un portero hasta en un remate de chilena e incluso en cosas tan sutiles como en un simple toque de balón.
De todas maneras, como bien apuntaba  aquel profesor de estética, esto no convierte al fútbol en arte de la misma manera que no lo es un parque nacional por muy espectaculares que sean sus paisajes.  Para poder hablar de obra de arte, es necesario asumir cuestiones tales como la intencionalidad, el carácter gratuito y como bien me señalaron hace poco  un carácter retroalimenticio a partir de una tradición en el tiempo.  Es decir, el artista debe de sentirse consciente de estar creando una obra de arte,  y esta debe de tener como única finalidad el propio acto de creación.  Seamos realistas, quien quiera encontrar esto en el fútbol posiblemente  tendrá que ver un sin fin de partidos, analizar unas cuantas más jugadas y  leerse todos los libros escritos por entrenadores argentinos y otros cuantos  escritos por lo que es peor, varios filósofos argentinos y todavía estará practicando el onaismo mental. El fútbol en si, es bastante más sencillo, casi tanto como veintidós hombres en pantalones cortos detrás de un balón. Lo que no tiene nada de sencillo es la capacidad que tiene el fútbol para afectarnos.  El fútbol se puede ver con muy diferentes ojos, con los apasionados de un hincha de un equipo cualquiera, con los del economista convencido que ha encontrado uno de los negocios del siglo xx, con los del sociólogo interesado por un fenómeno de masas.... De entre todas, hay una muy concreta, en la cual el fútbol nos asombra y maravillara, cuando vemos una jugada que nos  sorprende no al vencer a nuestra incredulidad sino  a nuestra  falta de imaginación tras ver  ese regate, ese control, ese pase o ese remate,  que nunca se nos hubiera ocurrido si no la hubiéramos visto antes. El mejor testimonio de  estos sentimientos que he visto en mi vida es la imagen de Emilio Butragueño  embelesado y, perdonen la expresión, casi babeando viendo un video de Johan Cruyff jugando al fútbol, que aparece en el documental “En un momento dado” de Ramón Gieling. En él, Butragueño habla de magia, de hacernos sentir mas felices  y por que no, también de arte.  Lo que nunca entenderá ese profesor que daba clase en la universidad es que Butragueño se emociona porque al fútbol se puede jugar de muchas maneras y Cruyff  decidió  jugarlo de una muy especial. En el fútbol podemos encontrar muchas cosas, fuerza, lucha, garra, disciplina,  pero también imaginación, osadía, creatividad o talento.  En definitiva  cualidades presentes en el arte. Lo realmente interesante es que en el fútbol  al igual que en el arte, lo talentoso nace de la inspiración y la habilidad , pero sobre todo de la osadía. En el fútbol  existe un valor mayor que el de la belleza y ese sabemos todos que es del resultado, en este sentido y como he comentado antes el fútbol puede jugarse de muchas maneras, intentar hacerlo de la manera mas bonita posible es una cuestión de habilidad pero sobretodo de intención. El adorno en el fútbol es por así decirlo un lujo. Recuerdo haber pensado esto cuando me contaron el comentario del profesor a cerca de los pases de David Beckham, pero sobre todo recuerdo a ver visto este pensamiento convertido en jugada cuando  ví el famoso taconazo de Guti contra el Deportivo años después de aquella clase. Para mi esta jugada tiene todo lo que hay que tener para convertir la sencilla practica de un deporte como el fútbol en todo un arte. Es decir, ese taconazo encierra en un solo golpe de balón,  imaginación, habilidad, artificio, osadía y verdad. Imaginación, porque la única cabeza que albergó ese pase antes fue la de Guti, para el resto de personas ese pase no existía ni como idea; Habilidad, porque aunque no es una jugada que exhiba un alarde de virtuosismo, el taconazo final esta lleno de sutileza y precisión; Artificio porque Guti, pudiendo marcar un gol tomando el camino mas sencillo y obvio, decidió no hacerlo de la forma mas complicada y al mismo tiempo la mas hermosa, convirtiendo el gol en una asistencia; Valentía, porque hacer todo esto requiere una extrema confianza en uno mismo y una falta completa de miedo al fracaso ( recuerdo que hace poco que Balotelli intento algo parecido con escaso éxito y la bronca que le hecho el entrenador fue de las que escuecen); Y sobre todo verdad, porque Guti nos muestra, que al final, la mejor manera de llegar al gol era  con un pase que se ocultaba para todos, para todos menos para Guti.  En fin, puede que aquel profesor tuviera razón, y el fútbol no es un arte como tal pero en el fútbol hay  momentos que en pocos segundos encierran tanta magia como la descrita anteriormente,  y seguramente no haya artista como tal, pero desde que tengo memoria he disfrutado de las pequeñas obras de arte, de artistas como Baggio, Cantona, Romario, Laurup, Zidane, Ginola, Daljminha, Redondo, Ronaldinho,....








                                                                                                   ROBERTO

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