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lunes, 26 de diciembre de 2011

Existencialismo bajo los palos

Siempre he pensado que sobre un terreno de juego hay dos posiciones que poseen una especial trascendencia y significación filosófica. Estas son las de mediocentro y las de porteros. Mediocentros los hay de muchos colores y formas. Los hay que son puros racionalistas, jugadores de escuadra y cartabón que trazan el partido con precisión cartesiana. Hombres que no dejan lugar para lo contingente, a lo azaroso. Poseedores de un fútbol tal, que el partido ya se ha desarrollado en su cabeza antes incluso de que el balón comience a rodar. Nada sucede sobre el rectángulo de juego que no haya sido antes pensado por ellos. Luego están los otros, los que solo atienden a una única verdad en el mundo, la fuerza de sus trabajo. Los que creen que para que pararse a pensar, si se puede correr. Dime como es su mediocentro y te diré como juega un equipo

Por otra parte están los porteros, los cuales se mueven en coordenadas diametralmente opuestas. Siempre he afirmado que ponerse bajo unos palos tiene mucho de existencialista. ¿Los motivos? Muchos y variados: Siempre andan solos, apartados del resto de sus compañeros y la pelota, exiliados bajo el arco; y para cuando entran en juego, sus acciones solo conocen dos resultados posibles, o el éxito rotundo o el mayor de los fracasos; no existe la redención para los cancerberos, un fallo, un gol en contra; así de sencillo. Para colmo visten de luto. Y es que hasta los niños chicos lo saben, cuando mandan hacia la meta al más malo de su equipo, ese, que solo vale para portero.

Siempre he creído que el hecho que hasta Albert Camus jugara de portero me daba un poco la razón. Hace poco trasteando por la red me encontré un pequeño escrito de Eduardo Galeano que refleja con enorme ingenio esta trágica condición del guardameta. Porque siempre habrá porteros malditos, como Moacyr Barbosa, arquero del Brasil del Maracanazo. Un excelente portero de los años 40 que sin embargo al final de sus días recordaba como muchos años después de ese fatídico día, una mujer le señalaba mientras en voz alta le decía a su hijo “mira, ese es el hombre que hizo llorar a todo Brasil“. Como esta sufrió muchas más. Da igual lo que haga un guardameta, nadie aprenderá aquella frase que se le oía decir muy a menudo al pobre Moacyr Barbosa, “no jugué yo solo, éramos once....”


Aquí os dejo el texto de Galeano
                                                   
                                   EL ARQUERO  por Eduardo Galeano

"También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Es un solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Antes vestía de negro, como el árbitro. Ahora el árbitro ya no está disfrazado de cuervo y el arquero consuela su soledad con fantasías de colores.
Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace.
Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos.
Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición".


                                                                                                              ROBERTO

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